La dura pandemia COVID-19 ha puesto en evidencia las acuciantes necesidades en salud mental infanto-juvenil, que ha experimentado un aumento exponencial de estos trastornos en los niños y adolescentes españoles.

Durante este tiempo la Fundación que presido no ha detenido sus actividades en absoluto. Por el contrario, hemos continuado nuestra labor con ilusión. El área científica ha seguido desarrollando los programas de formación e investigación en Psiquiatría, Psicología, Neurociencias del Niño y el Adolescente, y en Neuropediatría. Hemos intensificado los contactos con nuestra red de becarios, investigadores y exbecarios para mantener la proximidad y mostrar nuestro apoyo a todo su esfuerzo y las dificultades de su trabajo diario.

Además, desde la nueva área de atención y formación en salud mental infanto-juvenil de la Fundación, hemos trabajado con ilusión, para hacer realidad otro de los proyectos que yo tenía en mente: hacer más accesible la promoción y la atención en salud mental a niños, adolescentes y a sus familias; acercándola a los centros escolares. Todo ello, mediante el diseño y patrocinio de dos programas pioneros en España, puestos en marcha y desarrollados en colaboración con las Consejerías de Educación y de Sanidad de la Comunidad de Madrid y con el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid.

El primero, es el Programa de enlace en salud mental para centros educativos, cuyo objetivo es atender a niños y adolescentes en sus colegios o institutos; a través de un equipo clínico que trabaja con la comunidad educativa y hace una función de enlace o puente con los centros de salud mental. El segundo, es el Programa de formación en salud mental infanto-juvenil para docentes, orientadores y familias, que ya es parte de la formación continuada del profesorado de la Comunidad de Madrid.

Esta iniciativa de la Fundación, así como el deseo de promover el trabajo conjunto de Educación y Sanidad, han inspirado el programa de las XVI Jornadas Científicas.

Como ya he comentado en otras ocasiones, espero que esta iniciativa integre la labor de clínicos y profesionales de la educación, en una línea de actuación conjunta, que promueva el bienestar emocional y atienda las necesidades de salud mental en el entorno escolar, ayudando a paliar el sufrimiento que causan en nuestros menores y sus familias, estas “enfermedades del alma”.

Alicia Koplowitz
Presidenta